Kohan, que además de escritor es docente universitario, recorrió el conflicto y la tensión presentes en la obra de Walsh, en la que operan el hombre de escritura y el hombre de acción durante más de una hora y media y frente a una sala llena. Más de cien personas fueron a escucharlo y quienes no estaban en Viedma pudieron conectarse a través del canal de Youtube de la UNRN.
La clase giró en relación a los conceptos de posverdad tan propios de esta época y la importancia entonces de la figura de Walsh para pensar la ficción y la no ficción, los límites de la escritura y el paso a la acción.
“Walsh se dirigió al Estado, lo acusó, intentó afectarlo a lo largo de su obra”, dijo en un momento. “Encontramos en él uno de los gestos más rotundos de la confianza en la escritura y, al mismo tiempo, un primer movimiento de desconfianza en la ficción. Se combinan la necesidad de Walsh de salirse de la ficción para el tipo de intervención política que quería lograr: decir la verdad”.
En ese recorrido por la obra del escritor asesinado por la dictadura argentina el 25 de marzo de 1976, Kohan señaló que Operación masacre, publicado en 1957 fue considerado de no ficción. Allí, Walsh reunió pruebas sobre la responsabilidad del Estado en el fusilamiento de militantes peronistas en 1956, con la expectativa de que la Justicia actuara en consecuencia. Los límites de esa confianza en la escritura, explicó Kohan, aparecieron recién en 1969 en el segundo libro de no ficción de Walsh, “¿Quién mató a Rosendo?”.
“Nunca un escritor confió tanto en la escritura y desconfió tanto de la ficción. En Walsh la ficción está ahí para ser negada. Escribirá algo que se define como negación, escribirá no ficción. Ficción negada para calibrar la escritura que la política le requiere en ese momento, que le permita establecer la verdad y afectar al Estado”, dijo Kohan.
Una resolución exacta de ese planteo, advirtió, queda manifiesta en el prólogo de “¿Quién mató a Rosendo?”, donde Walsh propone otro pacto de lectura: “Si alguien quiere leer este libro como una simple novela policial, es cosa suya. Yo no creo que un episodio tan complejo como la masacre de Avellaneda ocurra por casualidad”.
Kohan introdujo luego una clave de la tensión que atravesó a Walsh durante su vida: el deseo de escribir una novela. Un conflicto de carácter literario e ideológico (“la novela como género burgués de consumo burgués”, indicó Kohan), un conflicto entre la política que lo interpeló pidiendo otra escritura y la novela que postergó definitivamente.